6 de agosto de 2010

Calle Santa Fe ¿Un amor revolucionario?

"Calle Santa Fe" se vende como la película de un amor revolucionario. Uno espera ver un par de caudillos tras bombas, piedras, neumáticos, o en el mejor de los casos tras armas de peso. Pero nada de eso se muestra. 

Aclaremos: Primero, creo que es un documental y no una película. Un documental muy bien hecho claro, pero documental al fin y al cabo. Segundo: Creo que el afiche de “Calle santa fe” es un afiche para una película y no para lo que se reproduce en los cines ¿Conclusión? Me vendieron una película que no alcancé a encontrar en las casi 3 horas que estuve pegada a la pantalla aguantando el ronquido de Italo Passalaqua. Si el mito es verdad.

Sin duda que este tipo de registro audiovisual tiene un valor imposible de sondear. Hurgar en la memoria histórica y aún más, en la personal, tiene costos que bien los conoce Carmen Castillo su autora. Y para salir de la historia principal, de la muerte de su compañero Miguel Enríquez- jefe del MIR- a manos de la Dina, quiero hacer hincapié en qué significa una obra así en este tiempo. En estas circunstancias en donde el discurso político está en descrédito y donde todo icono revolucionario es presa fácil para la chapita y la polera de moda, un registro así es lejos uno de los más audaces y arriesgados. Atreverse con una historia que no todos quieren oir, en un formato muy extenso y con un ritmo agobiante, significa no sólo un gesto artístico, sino que también un gesto político: una vuelta de tuerca a lo que conocemos como “cine comercial” y “película histórica”. Todo dentro de una estrategia de marketing que atrapa, pero que luego desencaja.

Considero necesario pensar en dos cosas mas: Una. Repensar el papel de un documental grabado desde la izquierda de nuestras ideologías. Y dos, que me aclaren si esta cinta es un homenaje a Miguel Hernández (después de la peli terminé deprimida pensando que si no me encuentro a un tipo así de corajudo, mejor no me encuentro ninguno) o es una obra de arte que se vende por su elemento exótico. Exótico, pues seguramente para los europeos que ya conocen la cinta – y para los chilenos que ya la hemos visto- esto es algo así como “lo que vivieron estos americanitos que no cachan ni una de política”. 

Si Roberto Bolaño dice que el exilio empequeñece al que sale de su lugar de origen, Carmen Castillo hará el trabajo inverso: engrandecer un movimiento popular, una lucha y una resistencia acallada por los poderes capitalistas, usando –al mismo tiempo- el arte que por antonomasia pertenece a la entretención de las masas: el cine. 

Advierto que este film no es apto para quienes estén aburridos de “lo mismo de siempre”, los no aguantan más de dos horas sentados y callados en un mismo lugar, y los que son demasiados sensibles para ver imágenes realmente fuertes. Reconozco que lagrimas cayeron del telón (no de mi) cuando se muestra a una secuencia de imágenes en blanco y negro de detenidos transitando con las manos tras la nuca por una calle. El camión que los lleva es el futuro de esta historia que para algunos es pasado (fuera objetividad) pero para otros, como yo, no. 

Publicado en INDIE.CL, Noviembre 2007.

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