Patio 29: La Democracia Imaginaria
yo sé son los huesos
y todo el resto
es sólo relleno"
Los Tres, Traje Desastre.
Lo que para Carlos Peña es un trigal y cruces venidas a menos, para Pamela Pereira es el resto testimonial de la primera fase represiva [detener-desaparecer] del gobierno militar. En palabras de Peña, es el lugar más lúgubre de la historia, no sólo porque esté enmarcado en el lugar más lúgubre de Santiago (el Cementerio General), sino porque la muerte tiene cuerpo en el Patio 29. Su cuerpo es cuerpo-muerto que en su finitud no ha alcanzado el fin de su historia. El cuerpo del Patio 29 trasciende su muerte y se historiza; retorna como asunto público, al no encontrar identidad con su historia-viva.
En su no-coincidencia con la identidad-pasada y en la incógnita -que no termina de volver para sus familias- el proceso de descomposición de los cuerpos ha significado, al mismo tiempo, el proceso de transición a la Democracia; lo que tiene como correlato, el retorno del miedo a una dictadura, manifestada en el olvido y en la incapacidad de retomar los deberes y derechos cívicos.
El cuerpo-muerto ha estado ausente de su contexto: el gobierno chileno ha serializado el Patio y lo ha escindido de su condición original: el asesinato. La muerte dada a ciudadanos, por organismos de Estado, con el fin de silenciar y homogeneizar un panorama político agitado por la caída del gobierno (y del cuerpo) de Allende, sigue la misma línea narrativa anterior. Se priva de vida para privatizar la historia.
La historia, la política, el derecho, el recuerdo y el cuerpo se han dado lugar en la institucionalización de lo privado. La individualización de la ciudadanía ha quedado al margen de la ciudad; y la ciudad -así- al margen de su constitución. Los restos que conforman el Patio 29 son cuerpos sin nombre, sin identidad, sin historia, que fueron encontrados en las orillas del río Mapocho, del Canal San Carlos y en otros lugares Públicos. El cuerpo-muerto encontrado-exhibido es el que se degeneró en el campo de lo político, pues es el cuerpo del delito de un aparataje estatal que se cimentó sobre la muerte del padre. Una legislación que se erige sobre el asesinato -donde éste no constituye su tabú, sino su agenda política- es un gobierno que aún no puede superar su constitución. Es un Estado Democrático Imaginario, un Estado que aún no es.
Lo desaparecido como la huella de la crueldad, es también lo desaparecido del origen. No de nuestra historia como pueblo Latinoamericano (que la sabemos por otros), sino como pueblo chileno, como una nación que es capaz de darse nacionalidad, identidad, derechos y ciudadanía política.
Es por eso que Bachelet en su cuenta presidencial del 21 de Mayo del presente año, reconoce la necesidad de buscar a los detenidos desaparecidos(1).¿Pero en que tipo de confianza se puede fundar una necesidad así?
En el caso del Patio 29 -ya- no se trata de buscar a los desparecidos, porque "lo" desparecido esta "ahí": los cuerpos están. Lo que hay que buscar es su nombre, la singularidad de la historia suprimida por la violencia totalitaria. Así tiene sentido atestiguar el nuevo estado de lo desaparecido: se trata de Desaparecer lo Desaparecido (2). Esto es la multiplicación de lo ausente como la condición de subsunción de un vacío histórico. No es un vacío como nada, sino que es un vacío con cuerpo; ésta es la condición primordial de "humanidad" que se da luz en la multiplicación de su desaparición. La multiplicación de lo desconocido, lo anónimo y lo sacrificado conforma el tejido político sobre el que se elevan discursos democráticos que prescinden de estas identidades para conformar sus planes de gobierno.
Un gobierno democrático que aún tiene nombres que decir, reconoce en el Patio 29, el lugar de lo clandestino; pues sobre él, su legislación ha sido puesta a prueba por fuerzas y movimientos políticos (oficiales y subterráneos) que han imposibilitado el hacer de la voluntad ciudadana. En un gobierno democrático la pluralidad ciudadana ha dado paso a la escisión y parcelación cívica. El Patio encapsulado y tarjado por aristas sobre-interesadas, no son otra cosa, que la muestra de la fosa de nuestra capacidad rectora. La fosa ha sido rellenada de discursos, por lo que, se ha impedido escuchar el "hueso" del asunto.
La condición de despojo, de ser un resto mortal, es también la condición de ser sobra y resto; lo que ha quedado de los accidentes, el vestigio del paso del tiempo, el vestigio del botín de los vencedores. Los despojos anónimos de Carlos Peña, son la historia de los vencidos de Walter Benjamín, y el "otro lado" de la máscara de los asuntos públicos de Hanna Arendt. El otro lado de la historia es el no-saber, el relato incapaz de reconocerse como tal, ya que éste pertenece a la categorización del vencedor, de aquel que se construye y se sirve del despojo para erigir un monumento, una constitución, una nueva época; por lo tanto, una nueva temporalidad.
Pero estos cuerpos -nuevamente- desconocidos del Patio 29 tienen otra condición: tienen el post del nombre, es decir, la creencia implícita de que la palabra designa algo, y no sólo el nombrar. El post refiere a lo que indica, no sólo el llamar. El post, entonces, sería la participación activa del "qué" del despojado. El mismo "qué" que no puede participar de su otro.
Como el cuerpo yace en su condición material -soporte histórico- no se sabe que alma los sostuvo ni quienes lloraron por ellos (3); pero se sabe aún más: se sabe que ya no se sabe. No se sabe quienes eran y se sabe que no fueron quienes se creyó que eran.
El pasado abraza la creencia fundada en la identificación errónea del Servicio Medico Legal. El presente, por tanto, desconoce, no confía en el Estado ni en su órgano institucional que media en legislación de la muerte. La privatización de lo que es público y general en nuestra condición humana -la muerte- corresponde como consecuencia del desinterés público por saldar la deuda originaria de nuestra democracia.
El asunto asumido como la necesidad de mera "reivindicación sentimental", es lo que ha hecho que, hoy por hoy, el Patio 29 sea el caso de unos pocos, de los menos, de los afectados y deudos. El resto padece la desafección. El resto, en este caso, no es el cuerpo muerto-aún-ciudadano, sino el cuerpo-vivo de los ciudadanos que no saben que es hacer ciudadanía
Este no-saber del cuerpo-muerto (nombre, identidad, historia) va de la mano con el no-saber del cuerpo-vivo (responsabilidad cívica). Y ambas conforman lo que se ha llamado la "memoria de la deuda". La deuda regresa -una y otra vez- con más fuerza emocional y violencia. Y regresa precisamente porque no se es capaz de recordarla. Porque no hay como atajarlo en la palabra, ni en el discurso, ni en la historia. Por tanto, no hay cómo impedir la conformación un "hoyo negro" en donde "todo quepa", donde todo lo imaginable tenga su lugar.
Sin palabras, sin nombre y sin esa historia muda del despojo, la chilenidad está puesta entre comillas, ya que no se sujeta en ningún nombre. El nombre que nos han prestado los restos, son caros y pesan tanto, que, intentar devolver el préstamo (Marchant), significaría desbaratar nuestro aparato imaginario, discursivo, científico, tecnológico e incluso histórico.
El deterioro de las "muestras" de los restos (como si los restos no fueran ya una muestra, un "trozo de" y/o un algo que "deja ver") hace que en cada momento que pasa sea más remota la posibilidad de que los restos aparezcan (4). Ese tiempo que "hace" que la pérdida de lo perdido (desparecido) no pueda ser recuperada, es el que está presente en toda producción legislativa.
La ciencia ya no va a poder identificar; si no puede ella, no puede el sistema judicial, y tampoco el Estado. El poder del Estado está apoyado, entonces, en el poder de la ciencia y en la tecnología como condición de exactitud en el cálculo sobre lo material. El horizonte, luego, de este Estado, no es más que el cálculo aproximado de una teoría que idealiza a su contingencia, a su historia y a su cuerpo político. La estadística, el conteo, los porcentajes y las proyecciones son su fin; por tanto, lo desaparecido debe aparecer en el cálculo, para que el gobierno tenga que lidiar con el.
Cito: "Lagos Weber se hace cargo afirmando que nadie está eludiendo el bulto" (5). El bulto, que es el peso del resto, la mudez política del despojo, no refiere al silencio a-político, apático y privado de la Democracia Chilena. El bulto es sentido olvidado, pero también obligado. Es el objeto donde se congela la angustia de nuestra historia. En términos Lacanianos: el Patio 29 sería el objeto donde el psicoanálisis hace aparecer la falta. Es la angustia como un estar, un estado que (es) falta y que opera fuera del sujeto político. El Patio 29 de los despojos mudos, está por ende, fuera del campo significante. Allí la identificación nos llevará al estar en lugar del objeto y del objeto de identificación. En esa distancia -que es articulación- Lacan reconoce como "la ligazón simbólica del goce" al entramado de significaciones que tapan el agujero por donde escapa la angustia.
La fosa de los restos es la desaparición de la traza humana, es lo siniestro. Es la experiencia que se da en la ficción de la literatura histórica y discursiva, pero que es indecible. Es una experiencia muda, porque es sólo condición de extrañamiento. La delimitación del vacío de la fosa por medio de la escritura, concuerda con la proliferación de lo desaparecido, ya que la reproducción de lo "producido" por la -falsa- exactitud del cálculo, no hace más que generar la aparición de lo horroroso oculto en lo familiar. Lo familiar es nuestro país, nuestra comunidad lingüística, nuestra historia construida desde la ciudad y no desde el discurso legal. Incluso en esa historia, que pareciera ser la oficial, se presenta el extrañamiento frente a lo no-dicho, al bulto como dice Lagos Weber.
El bulto es lo intraducible, y aunque no lo quieran eludir, se está a priori merodeando a su alrededor, sin poder cercarlo. En lo intraducible del resto, la escritura (en todas sus vertientes) quiere ir más allá del lenguaje, diciéndolo sin habla. La mudez pronuncia lo que no tiene nombre. Por tanto el despojo mudo -y anónimo- libera de sí un sentido aprisionado, que para Freud será lo Reprimido Primordial (como el asesinato que está a la base de toda legislación) y para Lacan será lo jamás interpretado (ya que es intraducible en su momento de horror y angustia).
La angustia es la supresión del velo de lo fantasmático en el campo del Otro. El fantasma en Lacan es la mediación entre el objeto y el sujeto. Es la imagen virtual que corresponde e la identificación entre significante y significado. En tal suspensión el objeto -el cuerpo-muerto, en nuestro caso- tiene un mal encuentro con lo real: se aliena. El cuerpo-muerto se aliena del sistema significante, desaparece del cuerpo político y reproduce dicha desaparición en el alienamiento político de los habitantes de la ciudad. Luego, la condición fantasmática del Patio 29, ya no sólo responderá a la mediación entre cuerpo-muerto y nombre, sino que a su capacidad de funcionar como señuelo político. La alienación de lo fantasmático será el engaño que se dirige al cuerpo político, que ya no será político, pues vive en la angustia y el miedo que le generó el primer fantasma.
Luego, la angustia de quienes presenciaron la escena de lo desaparecido será suprimida por el olvido común. Lo realmente democrático es el olvido, y ese olvido -que es recordado- vuelve a la memoria de la deuda de forma aterradora: amenazando con hacer desaparecer el sujeto político y el ser del mismo.
Si se desbaratara el ser de su otredad (como resto, bulto, despojo, cuerpo-muerto) se haría desaparecer al sujeto político, y lo dejaría subsumido en el sin sentido. Si desbaratara su condición de estar "sujeto a" el sentido producido por el significante, el sentido no existiría más que como parte de lo carente de sentido. Vale decir, El retorno del fantasma desaparecido y multiplicado, reduce a los significantes a su sin sentido para recobrar la determinación en la conducta del sujeto. Por tanto, lo siniestro, lo carente de traza humana, vuelve mostrando el lado estructural de la máscara humana (mascarilla mortuoria benjaminiana). Lo siniestro ilumina la fachada, develando su condición de collage. La identificación entre significante y significado es mostrado en su historicidad estructural, en su eterno plegamiento, montaje y ocultamiento de si mismo. La pared que contiene el campo de lo categorizable está liberado de su estado homogéneo y, en su carácter fantasmagórico, lo corta. Se tarja y muestra lo invisible: el entramado de historias que se han subsumido por el relato de los vencedores. Los perdedores, el cuerpo-muerto, el botín, está atrapado en lo simbólico. A esto le podríamos aplicar la categoría de "lo real" de Lacan. Lo real que agujerea lo simbólico, vendría a darle nombre a lo indecible que desborda al sujeto y lo desvanece (porque le genera angustia).
La angustia de lo indecible del Patio 29 ha estado congelada en el frigorífico del SML durante todos estos años. El SML, como organismo de Estado, es el nuevo cementerio de Chile. Chile, es el cementerio de sus cadáveres congelados ciudadanos.
La Historia, entonces, construida desde la tumba, es letra muerta. Por eso la salida de Peña, cuando invita a la crítica de la historia elaborada desde el futuro, aún no tiene lugar. No se puede hacer una crítica desde el espacio de lo indecible, desde la constitución política fundada en lo fantasmático. El campo de la historiografía no es lo imaginario, sino que los acontecimientos. Y ese es nuestro defecto moral, no la estupidez. Porque la estupidez respondería a una condición psicológica de privatización de lucidez, en cambio lo imaginario responde a la imposibilidad de nombrar el hoyo negro de lo real. Nuestro defecto es mudo, no nombra y por eso no hace historia. No incorpora en la memoria colectiva a los restos, sino "el cuerpo".
El recuerdo privado de la historia, tampoco podrá hacer el trabajo selectivo de Ricoeur. Porque para olvidar la deuda, hay que saldarla, no sólo recordar los hechos desde el horizonte de sentido de la institucionalización de la historia.
Luego, para saldar la memoria de la deuda y hacer ingresar los cuerpos del Patio 29 a nuestra historia es necesario darles su nombre (6). La identificación primaria, dada por la familia del cuerpo-vivo, del (luego) detenido-desaparecido, debe coincidir con el cuerpo-muerto del SML. Y esta misión primordial, y actualmente errónea, ha significado el re-bautizo de los restos con el N.N. (7).
La repetición es doble, está multiplicada en su nada. La multiplicación hace valer doble, lo que no vale nada en términos de palabras. Los N.N. van con las fechas y los restos van con Patio-de-número. Los restos están categorizados por el cálculo matemático. Vale decir, mientras la historia oficial los ha identificado numéricamente (idealmente, y/o impersonalmente), el resto ha hecho surgir otros N.N., pero -como dice Manuel Guerrero- infinitamente distintos:
En su no-coincidencia con la identidad-pasada y en la incógnita -que no termina de volver para sus familias- el proceso de descomposición de los cuerpos ha significado, al mismo tiempo, el proceso de transición a la Democracia; lo que tiene como correlato, el retorno del miedo a una dictadura, manifestada en el olvido y en la incapacidad de retomar los deberes y derechos cívicos.
El cuerpo-muerto ha estado ausente de su contexto: el gobierno chileno ha serializado el Patio y lo ha escindido de su condición original: el asesinato. La muerte dada a ciudadanos, por organismos de Estado, con el fin de silenciar y homogeneizar un panorama político agitado por la caída del gobierno (y del cuerpo) de Allende, sigue la misma línea narrativa anterior. Se priva de vida para privatizar la historia.
La historia, la política, el derecho, el recuerdo y el cuerpo se han dado lugar en la institucionalización de lo privado. La individualización de la ciudadanía ha quedado al margen de la ciudad; y la ciudad -así- al margen de su constitución. Los restos que conforman el Patio 29 son cuerpos sin nombre, sin identidad, sin historia, que fueron encontrados en las orillas del río Mapocho, del Canal San Carlos y en otros lugares Públicos. El cuerpo-muerto encontrado-exhibido es el que se degeneró en el campo de lo político, pues es el cuerpo del delito de un aparataje estatal que se cimentó sobre la muerte del padre. Una legislación que se erige sobre el asesinato -donde éste no constituye su tabú, sino su agenda política- es un gobierno que aún no puede superar su constitución. Es un Estado Democrático Imaginario, un Estado que aún no es.
Lo desaparecido como la huella de la crueldad, es también lo desaparecido del origen. No de nuestra historia como pueblo Latinoamericano (que la sabemos por otros), sino como pueblo chileno, como una nación que es capaz de darse nacionalidad, identidad, derechos y ciudadanía política.
Es por eso que Bachelet en su cuenta presidencial del 21 de Mayo del presente año, reconoce la necesidad de buscar a los detenidos desaparecidos(1).¿Pero en que tipo de confianza se puede fundar una necesidad así?
En el caso del Patio 29 -ya- no se trata de buscar a los desparecidos, porque "lo" desparecido esta "ahí": los cuerpos están. Lo que hay que buscar es su nombre, la singularidad de la historia suprimida por la violencia totalitaria. Así tiene sentido atestiguar el nuevo estado de lo desaparecido: se trata de Desaparecer lo Desaparecido (2). Esto es la multiplicación de lo ausente como la condición de subsunción de un vacío histórico. No es un vacío como nada, sino que es un vacío con cuerpo; ésta es la condición primordial de "humanidad" que se da luz en la multiplicación de su desaparición. La multiplicación de lo desconocido, lo anónimo y lo sacrificado conforma el tejido político sobre el que se elevan discursos democráticos que prescinden de estas identidades para conformar sus planes de gobierno.
Un gobierno democrático que aún tiene nombres que decir, reconoce en el Patio 29, el lugar de lo clandestino; pues sobre él, su legislación ha sido puesta a prueba por fuerzas y movimientos políticos (oficiales y subterráneos) que han imposibilitado el hacer de la voluntad ciudadana. En un gobierno democrático la pluralidad ciudadana ha dado paso a la escisión y parcelación cívica. El Patio encapsulado y tarjado por aristas sobre-interesadas, no son otra cosa, que la muestra de la fosa de nuestra capacidad rectora. La fosa ha sido rellenada de discursos, por lo que, se ha impedido escuchar el "hueso" del asunto.
La condición de despojo, de ser un resto mortal, es también la condición de ser sobra y resto; lo que ha quedado de los accidentes, el vestigio del paso del tiempo, el vestigio del botín de los vencedores. Los despojos anónimos de Carlos Peña, son la historia de los vencidos de Walter Benjamín, y el "otro lado" de la máscara de los asuntos públicos de Hanna Arendt. El otro lado de la historia es el no-saber, el relato incapaz de reconocerse como tal, ya que éste pertenece a la categorización del vencedor, de aquel que se construye y se sirve del despojo para erigir un monumento, una constitución, una nueva época; por lo tanto, una nueva temporalidad.
Pero estos cuerpos -nuevamente- desconocidos del Patio 29 tienen otra condición: tienen el post del nombre, es decir, la creencia implícita de que la palabra designa algo, y no sólo el nombrar. El post refiere a lo que indica, no sólo el llamar. El post, entonces, sería la participación activa del "qué" del despojado. El mismo "qué" que no puede participar de su otro.
Como el cuerpo yace en su condición material -soporte histórico- no se sabe que alma los sostuvo ni quienes lloraron por ellos (3); pero se sabe aún más: se sabe que ya no se sabe. No se sabe quienes eran y se sabe que no fueron quienes se creyó que eran.
El pasado abraza la creencia fundada en la identificación errónea del Servicio Medico Legal. El presente, por tanto, desconoce, no confía en el Estado ni en su órgano institucional que media en legislación de la muerte. La privatización de lo que es público y general en nuestra condición humana -la muerte- corresponde como consecuencia del desinterés público por saldar la deuda originaria de nuestra democracia.
El asunto asumido como la necesidad de mera "reivindicación sentimental", es lo que ha hecho que, hoy por hoy, el Patio 29 sea el caso de unos pocos, de los menos, de los afectados y deudos. El resto padece la desafección. El resto, en este caso, no es el cuerpo muerto-aún-ciudadano, sino el cuerpo-vivo de los ciudadanos que no saben que es hacer ciudadanía
Este no-saber del cuerpo-muerto (nombre, identidad, historia) va de la mano con el no-saber del cuerpo-vivo (responsabilidad cívica). Y ambas conforman lo que se ha llamado la "memoria de la deuda". La deuda regresa -una y otra vez- con más fuerza emocional y violencia. Y regresa precisamente porque no se es capaz de recordarla. Porque no hay como atajarlo en la palabra, ni en el discurso, ni en la historia. Por tanto, no hay cómo impedir la conformación un "hoyo negro" en donde "todo quepa", donde todo lo imaginable tenga su lugar.
Sin palabras, sin nombre y sin esa historia muda del despojo, la chilenidad está puesta entre comillas, ya que no se sujeta en ningún nombre. El nombre que nos han prestado los restos, son caros y pesan tanto, que, intentar devolver el préstamo (Marchant), significaría desbaratar nuestro aparato imaginario, discursivo, científico, tecnológico e incluso histórico.
El deterioro de las "muestras" de los restos (como si los restos no fueran ya una muestra, un "trozo de" y/o un algo que "deja ver") hace que en cada momento que pasa sea más remota la posibilidad de que los restos aparezcan (4). Ese tiempo que "hace" que la pérdida de lo perdido (desparecido) no pueda ser recuperada, es el que está presente en toda producción legislativa.
La ciencia ya no va a poder identificar; si no puede ella, no puede el sistema judicial, y tampoco el Estado. El poder del Estado está apoyado, entonces, en el poder de la ciencia y en la tecnología como condición de exactitud en el cálculo sobre lo material. El horizonte, luego, de este Estado, no es más que el cálculo aproximado de una teoría que idealiza a su contingencia, a su historia y a su cuerpo político. La estadística, el conteo, los porcentajes y las proyecciones son su fin; por tanto, lo desaparecido debe aparecer en el cálculo, para que el gobierno tenga que lidiar con el.
Cito: "Lagos Weber se hace cargo afirmando que nadie está eludiendo el bulto" (5). El bulto, que es el peso del resto, la mudez política del despojo, no refiere al silencio a-político, apático y privado de la Democracia Chilena. El bulto es sentido olvidado, pero también obligado. Es el objeto donde se congela la angustia de nuestra historia. En términos Lacanianos: el Patio 29 sería el objeto donde el psicoanálisis hace aparecer la falta. Es la angustia como un estar, un estado que (es) falta y que opera fuera del sujeto político. El Patio 29 de los despojos mudos, está por ende, fuera del campo significante. Allí la identificación nos llevará al estar en lugar del objeto y del objeto de identificación. En esa distancia -que es articulación- Lacan reconoce como "la ligazón simbólica del goce" al entramado de significaciones que tapan el agujero por donde escapa la angustia.
La fosa de los restos es la desaparición de la traza humana, es lo siniestro. Es la experiencia que se da en la ficción de la literatura histórica y discursiva, pero que es indecible. Es una experiencia muda, porque es sólo condición de extrañamiento. La delimitación del vacío de la fosa por medio de la escritura, concuerda con la proliferación de lo desaparecido, ya que la reproducción de lo "producido" por la -falsa- exactitud del cálculo, no hace más que generar la aparición de lo horroroso oculto en lo familiar. Lo familiar es nuestro país, nuestra comunidad lingüística, nuestra historia construida desde la ciudad y no desde el discurso legal. Incluso en esa historia, que pareciera ser la oficial, se presenta el extrañamiento frente a lo no-dicho, al bulto como dice Lagos Weber.
El bulto es lo intraducible, y aunque no lo quieran eludir, se está a priori merodeando a su alrededor, sin poder cercarlo. En lo intraducible del resto, la escritura (en todas sus vertientes) quiere ir más allá del lenguaje, diciéndolo sin habla. La mudez pronuncia lo que no tiene nombre. Por tanto el despojo mudo -y anónimo- libera de sí un sentido aprisionado, que para Freud será lo Reprimido Primordial (como el asesinato que está a la base de toda legislación) y para Lacan será lo jamás interpretado (ya que es intraducible en su momento de horror y angustia).
La angustia es la supresión del velo de lo fantasmático en el campo del Otro. El fantasma en Lacan es la mediación entre el objeto y el sujeto. Es la imagen virtual que corresponde e la identificación entre significante y significado. En tal suspensión el objeto -el cuerpo-muerto, en nuestro caso- tiene un mal encuentro con lo real: se aliena. El cuerpo-muerto se aliena del sistema significante, desaparece del cuerpo político y reproduce dicha desaparición en el alienamiento político de los habitantes de la ciudad. Luego, la condición fantasmática del Patio 29, ya no sólo responderá a la mediación entre cuerpo-muerto y nombre, sino que a su capacidad de funcionar como señuelo político. La alienación de lo fantasmático será el engaño que se dirige al cuerpo político, que ya no será político, pues vive en la angustia y el miedo que le generó el primer fantasma.
Luego, la angustia de quienes presenciaron la escena de lo desaparecido será suprimida por el olvido común. Lo realmente democrático es el olvido, y ese olvido -que es recordado- vuelve a la memoria de la deuda de forma aterradora: amenazando con hacer desaparecer el sujeto político y el ser del mismo.
Si se desbaratara el ser de su otredad (como resto, bulto, despojo, cuerpo-muerto) se haría desaparecer al sujeto político, y lo dejaría subsumido en el sin sentido. Si desbaratara su condición de estar "sujeto a" el sentido producido por el significante, el sentido no existiría más que como parte de lo carente de sentido. Vale decir, El retorno del fantasma desaparecido y multiplicado, reduce a los significantes a su sin sentido para recobrar la determinación en la conducta del sujeto. Por tanto, lo siniestro, lo carente de traza humana, vuelve mostrando el lado estructural de la máscara humana (mascarilla mortuoria benjaminiana). Lo siniestro ilumina la fachada, develando su condición de collage. La identificación entre significante y significado es mostrado en su historicidad estructural, en su eterno plegamiento, montaje y ocultamiento de si mismo. La pared que contiene el campo de lo categorizable está liberado de su estado homogéneo y, en su carácter fantasmagórico, lo corta. Se tarja y muestra lo invisible: el entramado de historias que se han subsumido por el relato de los vencedores. Los perdedores, el cuerpo-muerto, el botín, está atrapado en lo simbólico. A esto le podríamos aplicar la categoría de "lo real" de Lacan. Lo real que agujerea lo simbólico, vendría a darle nombre a lo indecible que desborda al sujeto y lo desvanece (porque le genera angustia).
La angustia de lo indecible del Patio 29 ha estado congelada en el frigorífico del SML durante todos estos años. El SML, como organismo de Estado, es el nuevo cementerio de Chile. Chile, es el cementerio de sus cadáveres congelados ciudadanos.
La Historia, entonces, construida desde la tumba, es letra muerta. Por eso la salida de Peña, cuando invita a la crítica de la historia elaborada desde el futuro, aún no tiene lugar. No se puede hacer una crítica desde el espacio de lo indecible, desde la constitución política fundada en lo fantasmático. El campo de la historiografía no es lo imaginario, sino que los acontecimientos. Y ese es nuestro defecto moral, no la estupidez. Porque la estupidez respondería a una condición psicológica de privatización de lucidez, en cambio lo imaginario responde a la imposibilidad de nombrar el hoyo negro de lo real. Nuestro defecto es mudo, no nombra y por eso no hace historia. No incorpora en la memoria colectiva a los restos, sino "el cuerpo".
El recuerdo privado de la historia, tampoco podrá hacer el trabajo selectivo de Ricoeur. Porque para olvidar la deuda, hay que saldarla, no sólo recordar los hechos desde el horizonte de sentido de la institucionalización de la historia.
Luego, para saldar la memoria de la deuda y hacer ingresar los cuerpos del Patio 29 a nuestra historia es necesario darles su nombre (6). La identificación primaria, dada por la familia del cuerpo-vivo, del (luego) detenido-desaparecido, debe coincidir con el cuerpo-muerto del SML. Y esta misión primordial, y actualmente errónea, ha significado el re-bautizo de los restos con el N.N. (7).
La repetición es doble, está multiplicada en su nada. La multiplicación hace valer doble, lo que no vale nada en términos de palabras. Los N.N. van con las fechas y los restos van con Patio-de-número. Los restos están categorizados por el cálculo matemático. Vale decir, mientras la historia oficial los ha identificado numéricamente (idealmente, y/o impersonalmente), el resto ha hecho surgir otros N.N., pero -como dice Manuel Guerrero- infinitamente distintos:
"Los primeros quieren dar la cara para volver a sus parientes, a su suelo, a su país. Los segundos esconden el rostro para hacer desaparecer su cuota de participación, su firma, su autoría" (8).
La identidad entre cuerpo-muerto, N.N. y Patio 29 del cementerio general, nombran a otros N.N. que escapan de sus nombres y del nombre de su lugar: sus cargos. Los otros N.N. de cuerpos-vivos y ciudadanos, escapan de su condición de ciudadanía. Huyen de su obligación y/o labor de decidir sobre los asuntos de gobierno. Sus decisiones han tenido consecuencias inconmensurables, y tales consecuencias obedecen obligadamente a responsabilidades que deben ser asumidas desde una autoría significante. Eso es lo que Pamela Pereira hace explícito cuando propone dotar de institucionalidad -dar nombre- al cargo de la delegada presidencial para el caso del Patio 29, la señora Maria Luisa Sepúlveda (9).
La N.N. es el signo que reemplaza un nombre propio de una persona que no se sabe, y es también, la expropiación del nombre en pos de la no-identificación entre lo que se dice y lo que se hace; de la clausura del nombre y de la responsabilidad de aquello que no se quiere expresar. Lo N.N. es lo oculto, lo no-sabido y lo que no-es, lo que no tiene quién. Pero por sobretodo el N.N. es la "muestra" del carácter de ciudadanía de nuestra democracia: el signo multiplicado por el cálculo, el rastreo y la muestra.
La ciudadanía del porcentaje -con carné de identidad- no coincide con la carne de identidad de los DD.DD. Luego, si el ciudadano es ciudadano-promedio, los detenidos desaparecidos serán mero bulto y sigla institucional.
Si lo que dijo Bachelet el 21 de Mayo, quiere decir, que la búsqueda debe ser exacta, el nuevo gobierno asume en la tarea de identificación de los restos, el peso de identificar, pero con certeza. Si antes el método usado era el de las Células Mitocondriales, ahora lo será el de Marcadores Nucleares. Los marcadores son capaces de considerar ambas ramas, la del padre y el de la madre, de la "muestra". Es un marcador bilateral, no sólo materno, como lo era el Mitocondrial. El avance de la ciencia es subsumido en el gobierno, como el esfuerzo por "hacer todo lo posible", el olvidar los límites de la ciencia y de la voluntad institucional, asunto que convierte a las osamentas de los detenidos desaparecidos como propiedad sagrada del Estado (10), ya que no sólo quieren obedecer a su historia, sino que a la figura de su constitución.
Con la tarea de la exactitud, se refunda la piedra inaugural de la ciudad en estos restos fundantes de noción de -nueva- patria. Esto implica el cambio de nivel y de posición de los restos: al momento de entrar al campo de la categorización política, estos devendrán monumento y patrimonio cultural, corriendo el riesgo de que su espectro convenga con la espectacularización de la política actual. La exactitud conlleva el peligro de la ciega confianza en una certeza desconocida, que en su operar, produce un suelo desde donde fundar un horizonte de sentido: una ilusión de certeza.
Reconocemos entonces la duda, la factibilidad de la ciencia en el reconocimiento de la no-certeza sobre los cuerpos identificados, y el engaño sobre el que se cimienta la estabilidad de la república. Este piso flotante es lo que Peña denota como la estupidez del Estado.
Pero Chile no tiene tecnología ni ha desarrollado los procedimientos científicos que permitirían arribar a la verdad de las identidades. Tampoco ha cumplido los acuerdos manifestados en la Mesa de Diálogo, no ha promovido la búsqueda como un aspecto de primer orden, ni ha involucrado a más actores. Esto porque no ha incentivado el trabajo de investigación en las universidades -ni públicas ni privadas-, no ha hecho las gestiones administrativas necesarias para controlar los procedimientos del caso en el campo administrativo, judicial, político y económico. No ha zanjado el vacío de la fosa. Y esto sólo ha repetido la desolación por la precariedad en la que se desenvuelve la comunidad científica chilena.
Comunidad que ha sido atravesada por intereses privados y que ha perdido de vista su noción de devolver a la sociedad su propia imagen. ¿La ciencia debe pedir disculpas a la sociedad por ser lo que es, o es responsabilidad del Estado no haber desarrollado la tecnología necesaria?. Lo cierto es que el error está en reducir el caso de los DD.DD a un asunto de técnica. Somos hijos del rigor científico y de la irresponsabilidad política.
La N.N. es el signo que reemplaza un nombre propio de una persona que no se sabe, y es también, la expropiación del nombre en pos de la no-identificación entre lo que se dice y lo que se hace; de la clausura del nombre y de la responsabilidad de aquello que no se quiere expresar. Lo N.N. es lo oculto, lo no-sabido y lo que no-es, lo que no tiene quién. Pero por sobretodo el N.N. es la "muestra" del carácter de ciudadanía de nuestra democracia: el signo multiplicado por el cálculo, el rastreo y la muestra.
La ciudadanía del porcentaje -con carné de identidad- no coincide con la carne de identidad de los DD.DD. Luego, si el ciudadano es ciudadano-promedio, los detenidos desaparecidos serán mero bulto y sigla institucional.
Si lo que dijo Bachelet el 21 de Mayo, quiere decir, que la búsqueda debe ser exacta, el nuevo gobierno asume en la tarea de identificación de los restos, el peso de identificar, pero con certeza. Si antes el método usado era el de las Células Mitocondriales, ahora lo será el de Marcadores Nucleares. Los marcadores son capaces de considerar ambas ramas, la del padre y el de la madre, de la "muestra". Es un marcador bilateral, no sólo materno, como lo era el Mitocondrial. El avance de la ciencia es subsumido en el gobierno, como el esfuerzo por "hacer todo lo posible", el olvidar los límites de la ciencia y de la voluntad institucional, asunto que convierte a las osamentas de los detenidos desaparecidos como propiedad sagrada del Estado (10), ya que no sólo quieren obedecer a su historia, sino que a la figura de su constitución.
Con la tarea de la exactitud, se refunda la piedra inaugural de la ciudad en estos restos fundantes de noción de -nueva- patria. Esto implica el cambio de nivel y de posición de los restos: al momento de entrar al campo de la categorización política, estos devendrán monumento y patrimonio cultural, corriendo el riesgo de que su espectro convenga con la espectacularización de la política actual. La exactitud conlleva el peligro de la ciega confianza en una certeza desconocida, que en su operar, produce un suelo desde donde fundar un horizonte de sentido: una ilusión de certeza.
Reconocemos entonces la duda, la factibilidad de la ciencia en el reconocimiento de la no-certeza sobre los cuerpos identificados, y el engaño sobre el que se cimienta la estabilidad de la república. Este piso flotante es lo que Peña denota como la estupidez del Estado.
Pero Chile no tiene tecnología ni ha desarrollado los procedimientos científicos que permitirían arribar a la verdad de las identidades. Tampoco ha cumplido los acuerdos manifestados en la Mesa de Diálogo, no ha promovido la búsqueda como un aspecto de primer orden, ni ha involucrado a más actores. Esto porque no ha incentivado el trabajo de investigación en las universidades -ni públicas ni privadas-, no ha hecho las gestiones administrativas necesarias para controlar los procedimientos del caso en el campo administrativo, judicial, político y económico. No ha zanjado el vacío de la fosa. Y esto sólo ha repetido la desolación por la precariedad en la que se desenvuelve la comunidad científica chilena.
Comunidad que ha sido atravesada por intereses privados y que ha perdido de vista su noción de devolver a la sociedad su propia imagen. ¿La ciencia debe pedir disculpas a la sociedad por ser lo que es, o es responsabilidad del Estado no haber desarrollado la tecnología necesaria?. Lo cierto es que el error está en reducir el caso de los DD.DD a un asunto de técnica. Somos hijos del rigor científico y de la irresponsabilidad política.
Los problemas de método de trabajo, desorden, falta de recursos y de conocimiento se hicieron notar… cabe tener presente que por estos días, profesionales que ejercieron como peritos han denunciado la perdida de centenares de muestras" (11).
La técnica ha perdido la certeza científica y las muestras de los restos. El ocultamiento de los cuerpos, entonces, no sólo obedece a la pérdida de identidad como nombre propio -como dato- sino que también es la pérdida de lo perdido. Segundo movimiento de lo desparecido que se multiplica. Porque ya no estamos hablando de los cuerpos dejados a las orillas de la ciudad, sino que también del ocultamiento de información entorno a los hallazgos científicos vinculados a la puesta en duda de la certeza en la identificación de los restos. Se trata del desdoblamiento de la pérdida, como un juego perverso de ocultación permanente de cuerpos, restos, indicios, muestras e informes.
Lo paradójico del discurso actual es el reconocimiento de los problemas y la promesa de ir transparentando (12), aclarando (13), mostrando los datos, esclareciendo la verdad (14). No se muestra el resto, sino el dato. Luego, el dato es el cuerpo-muerto re-ingresado en la categorización. El despojo mudo, ahora, sólo puede hablar desde la oscuridad del dato. Y la oscuridad del dato sigue siendo acorde a la intención de ocultar (primero ideas políticas, luego cuerpos y finalmente palabras). El dato ocultado -y su condición descriptiva- van de la mano con la historia de segundo nivel del desaparecido, ya que es la historia oficial la que tiene primacía descriptiva. Por tanto, los protocolos de autopsias, la descripción de ropas, las características físicas y morfológicas, no tenían lugar en el margen de la historia, sino que en el centro de ella. Las huellas no-estampadas y los datos eliminados son el botín de batalla del Gobierno Militar. Una guerra cívica interna que se perdió de antemano, porque con ella los desaparecidos desaparecieron la legitimidad de la constitución nacional. De-mostraron que la constitución era una ficción.
Lo que escapa de la categorización del dato es la experiencia: el dolor del duelo. El dolor es inexpresable, incomunicable, intraducible y posterior al cuerpo. El dolor del cuerpo-muerto es sólo imaginable, el dolor de los que quedaron vivos es lo imaginado. Mientras que el dolor de los familiares de los desaparecidos ha conseguido discurso legal e institucional, el (re-vivir del) dolor (15) como experiencia angustiante del desaparecido conforma la fosa donde la "pesadilla inagotable" (16), el "retorno de lo reprimido", el "asesinato original" y "lo siniestro" tienen posibilidad.
El error de la ciencia a nivel simbólico, implica, la extrañeza que hoy cobra vida como horror. Guerrero dice, que se volvió a esconder lo peligroso: la verdad. Pero ésta se ha negado a desaparecer, y ha aparecido en forma brutal, mostrándonos que la democracia no ha saldado cuentas con su pasado. Pero ésta no es una verdad metafísica platónica, sino que es lo real de los huesos.
Vuelve lo siniestro ya no como cuerpo asesinado, sino como la familiaridad de creer que "las instituciones funcionan". Ha emergido bajo un aspecto amenazante, horripilante y excesivo. Luego, se instala la duda de si acaso es una excepción o es la normalidad, o es "la excepción como regla" de Tununa Mercado. Ya no se tratará de "no saber donde están los cuerpos" sino de "no saber donde están los errores" (17). Y esto no es un detalle, ya que muestra porqué Chile ha fracasado en su constante búsqueda de constitución, en su eterna salida de la transición.
Lo paradójico del discurso actual es el reconocimiento de los problemas y la promesa de ir transparentando (12), aclarando (13), mostrando los datos, esclareciendo la verdad (14). No se muestra el resto, sino el dato. Luego, el dato es el cuerpo-muerto re-ingresado en la categorización. El despojo mudo, ahora, sólo puede hablar desde la oscuridad del dato. Y la oscuridad del dato sigue siendo acorde a la intención de ocultar (primero ideas políticas, luego cuerpos y finalmente palabras). El dato ocultado -y su condición descriptiva- van de la mano con la historia de segundo nivel del desaparecido, ya que es la historia oficial la que tiene primacía descriptiva. Por tanto, los protocolos de autopsias, la descripción de ropas, las características físicas y morfológicas, no tenían lugar en el margen de la historia, sino que en el centro de ella. Las huellas no-estampadas y los datos eliminados son el botín de batalla del Gobierno Militar. Una guerra cívica interna que se perdió de antemano, porque con ella los desaparecidos desaparecieron la legitimidad de la constitución nacional. De-mostraron que la constitución era una ficción.
Lo que escapa de la categorización del dato es la experiencia: el dolor del duelo. El dolor es inexpresable, incomunicable, intraducible y posterior al cuerpo. El dolor del cuerpo-muerto es sólo imaginable, el dolor de los que quedaron vivos es lo imaginado. Mientras que el dolor de los familiares de los desaparecidos ha conseguido discurso legal e institucional, el (re-vivir del) dolor (15) como experiencia angustiante del desaparecido conforma la fosa donde la "pesadilla inagotable" (16), el "retorno de lo reprimido", el "asesinato original" y "lo siniestro" tienen posibilidad.
El error de la ciencia a nivel simbólico, implica, la extrañeza que hoy cobra vida como horror. Guerrero dice, que se volvió a esconder lo peligroso: la verdad. Pero ésta se ha negado a desaparecer, y ha aparecido en forma brutal, mostrándonos que la democracia no ha saldado cuentas con su pasado. Pero ésta no es una verdad metafísica platónica, sino que es lo real de los huesos.
Vuelve lo siniestro ya no como cuerpo asesinado, sino como la familiaridad de creer que "las instituciones funcionan". Ha emergido bajo un aspecto amenazante, horripilante y excesivo. Luego, se instala la duda de si acaso es una excepción o es la normalidad, o es "la excepción como regla" de Tununa Mercado. Ya no se tratará de "no saber donde están los cuerpos" sino de "no saber donde están los errores" (17). Y esto no es un detalle, ya que muestra porqué Chile ha fracasado en su constante búsqueda de constitución, en su eterna salida de la transición.
"Hemos fracasado en la búsqueda de los DD. DD… Fracasó porque los involucrados no cedían. No hubo consenso. Se disimuló el quiebre pero quizás lo mejor hubiera sido evidenciar brutalmente el abismo al que el país se encaminaba" (18).
El fracaso -devenido del crimen, del ocultamiento, del robo de evidencias, de la mala gestión, de la incapacidad de entrar en consenso, de la desinformación y de la operación de intereses privados en el caso- hace que nuestro aparato gubernamental muestre sólo "lo que queremos ser". De la historia, entonces, obtenemos un retrato (a la medida) de nuestra historia maquillada y predeterminada desde una idea. La Mesa de Diálogo estaba maquillada en su declaración final, porque el error de la responsabilidad-sin-autor conllevó al fracaso irresponsable de nuestro esfuerzo cívico.
Desde entonces que la irresponsabilidad se ha convertido en una costumbre patriotera, donde autoridades y ejecutores corren en el mismo flujo de la decisión sin origen. Ante esto Pamela Pereira aclara para a los medios (La Nación, LUN, Tv Senado) que la responsabilidad del Estado es de nivel político-institucional, administrativo y penal. Para lo cual y, ante no encontrar certeza en la técnica nacional, se dará lugar a la apelación a una instancia internacional pues el caso del Patio 29 es un escándalo que sobrepasa fronteras.
Pero aunque todas las responsabilidades deben ser asumidas -como dijo Maria Luisa Sepúlveda- las investigaciones independientes que han dado luz de las mismas irresponsabilidades estatales, son las que han sido juzgadas como irresponsables. Esto a raíz de que Pereira habría instalado la idea de que los gobiernos de la concertación son los culpables de los problemas de DD.HH. en Chile (19). Pero esa nueva sospecha del Estado ante la figura de Pereira -de apellido: "abogada socialista","traidora" y "francotiradora"- ha terminado por entrever la cara oscura de la Democracia. El Estado democrático no permite la pluralidad, invita a la homogeneización de la opinión pública y al desinterés ciudadano.
Pereira es sospechosa porque maneja "datos" y "experiencia"; es abogada e hija de un desaparecido, es lo que no desapareció de lo perdido: el nombre del cuerpo-muerto en el cuerpo-vivo. Se eleva la sospecha de que ella, como "resto del resto", pueda manipular los datos y la memoria para cobrar la venganza de Antígona. Luego, Pereira ha sido invalidada por saber, y por saber mucho. Por estar sujeta al sujeto desbordado por lo simbólico, y aún así permanecer adentro de la institución.
El peligro entonces, es a que ella misma -su cuerpo- se vuelva aparato institucional y materialice la política desde el lugar del no-lugar. Su lugar es el cruce y allí no hay posibilidad de ciudadanía, porque lo que se requiere es un centro político, un lugar para enterrar los cimientos de la Democracia y no el afuera de la desconfianza. Vale decir, mientras la Democracia cree en su centro institucional-político, desestima el esfuerzo independiente, aunque éste pueda traer consigo un "afuera" internacional como aparato mediador de la investigación. Pamela Pereira es el "cuerpo-lugar-nombre" de los Derechos Humanos en los cuerpos sin identidad de Chile. Es la sospecha, ya que ella no comparte el mismo lenguaje -ni con las instituciones, ni con los familiares afectados- pues conoce lo incategorizable (20), y en eso estriba su profunda convicción en la futilidad de la escenografía política nacional.
Desde entonces que la irresponsabilidad se ha convertido en una costumbre patriotera, donde autoridades y ejecutores corren en el mismo flujo de la decisión sin origen. Ante esto Pamela Pereira aclara para a los medios (La Nación, LUN, Tv Senado) que la responsabilidad del Estado es de nivel político-institucional, administrativo y penal. Para lo cual y, ante no encontrar certeza en la técnica nacional, se dará lugar a la apelación a una instancia internacional pues el caso del Patio 29 es un escándalo que sobrepasa fronteras.
Pero aunque todas las responsabilidades deben ser asumidas -como dijo Maria Luisa Sepúlveda- las investigaciones independientes que han dado luz de las mismas irresponsabilidades estatales, son las que han sido juzgadas como irresponsables. Esto a raíz de que Pereira habría instalado la idea de que los gobiernos de la concertación son los culpables de los problemas de DD.HH. en Chile (19). Pero esa nueva sospecha del Estado ante la figura de Pereira -de apellido: "abogada socialista","traidora" y "francotiradora"- ha terminado por entrever la cara oscura de la Democracia. El Estado democrático no permite la pluralidad, invita a la homogeneización de la opinión pública y al desinterés ciudadano.
Pereira es sospechosa porque maneja "datos" y "experiencia"; es abogada e hija de un desaparecido, es lo que no desapareció de lo perdido: el nombre del cuerpo-muerto en el cuerpo-vivo. Se eleva la sospecha de que ella, como "resto del resto", pueda manipular los datos y la memoria para cobrar la venganza de Antígona. Luego, Pereira ha sido invalidada por saber, y por saber mucho. Por estar sujeta al sujeto desbordado por lo simbólico, y aún así permanecer adentro de la institución.
El peligro entonces, es a que ella misma -su cuerpo- se vuelva aparato institucional y materialice la política desde el lugar del no-lugar. Su lugar es el cruce y allí no hay posibilidad de ciudadanía, porque lo que se requiere es un centro político, un lugar para enterrar los cimientos de la Democracia y no el afuera de la desconfianza. Vale decir, mientras la Democracia cree en su centro institucional-político, desestima el esfuerzo independiente, aunque éste pueda traer consigo un "afuera" internacional como aparato mediador de la investigación. Pamela Pereira es el "cuerpo-lugar-nombre" de los Derechos Humanos en los cuerpos sin identidad de Chile. Es la sospecha, ya que ella no comparte el mismo lenguaje -ni con las instituciones, ni con los familiares afectados- pues conoce lo incategorizable (20), y en eso estriba su profunda convicción en la futilidad de la escenografía política nacional.
"Solo cabía esperar que estallaran hechos vergonzosos que una vez mas violentan a dignidad de las personas, agraden la sensibilidad humana y muestran como la suma de silencios, omisiones, desidia, mal uso de los dineros públicos etc, etc, etc…. Son posibles en el contexto de institucionalidad democrática… No creí que viviría hechos de esta naturaleza en Democracia (21).
Esto es evidente. Nuestra Democracia no es auténtica, vive en un simulacro, en la ficción de una constitución que debe retornar al presente en búsqueda del suelo político que lo re-funda. Es por eso que nuestro discurso se vuelve fundamentalista: el resto tiende a reintegrarse, a ser reabsorbido por el orden significante y esto conduce a conferirle al cuerpo una consistencia inusitada, que lo hace literalmente proclive a su estallido. La Democracia está en peligro porque su memoria está siempre en constante construcción. La historia está inacabada porque carece tiempo y nombre propio, por tanto, da espacio para la constante intervención analítica, histórica y científica que genera más y más sentido para el goce semántico de este síntoma.
Siguiendo la marcha sobre la que cursa este caso, es poco probable que se llegue a saldar nuestra deuda histórica, porque la Institucionalidad ya no es más que proliferación de discurso inverosímil. La certeza hay que buscarla en otra parte: en lo que resta de nosotros.
Siguiendo la marcha sobre la que cursa este caso, es poco probable que se llegue a saldar nuestra deuda histórica, porque la Institucionalidad ya no es más que proliferación de discurso inverosímil. La certeza hay que buscarla en otra parte: en lo que resta de nosotros.
Por tanto, y siguiendo la línea interpretativa de Lacan, debemos hacer el trabajo inverso: el esfuerzo de recaer únicamente en el significante (los restos) ya que es en esa unicidad donde se apunta al aislamiento del significante y se atiende a lo que debe importar: la biografía interrumpida de aquellos que donan su cuerpo como excusa de retórica política. Sólo así tiene sentido afirmar que los huesos que están en el SML son lo real de nuestra historia y los discursos y disputas políticas, mero relleno.
NOTAS _________________
1. Bachelet en su cuenta presidencial del 21 de Mayo: "Mientras haya detenidos desaparecidos nunca dejaremos de buscarlos".El Mercurio, "Sólo 172 restos han sido reconocidos judicialmente" Cuerpo C8 23 de Mayo del 2006.
2. "volver a desaparecer a los desaparecidos, volver a desenterrar a los muertos poniendo en duda sus nombres, sus rostros, su derecho a descansar en paz junto al cuidado de los suyos". Manuel Guerrero en "Desaparecer lo desaparecido" en su blog:[http://manuelguerrero.blogspot.com]
3. Carlos Peña en su columna de Opinión de El Mercurio, Cuerpo D14, del 30 de Abril del 2006.
4. Gonzalo Vial, entrevistado en El Mercurio, cuerpo D10 del 30 de Abril del 2006.
5. El Mercurio, "El primer incendio de la era Bachelet", Cuerpo D11 del 20 de Abril del 2006.
6. "¿Cómo ingresar a la historia colectiva un puñado de huesos sin nombre?: no como simples despojos, si, inscribirlos como personas, con nombres y apellidos, con biografía. Para ser recordado sin la capacidad destructora de los recuerdo". Carlos Peña en su columna de Opinión de El Mercurio, Cuerpo D14, del 30 de Abril del 2006.
7. "Ni el 12% de las personas desaparecidas han sido identificadas judicialmente y entregados. Solo 172 de un total de 1464… en otros casos puede tratarse de la victima identificada o de otra… total, 96 osamentas que volvieron al NN" EL Mercurio, "Solo 172 restos han sido reconocidos judicialmente", Cuerpo C8 del 23 de Mayo del 2006
8. Manuel Guerrero en su blog: [http://manuelguerrero.blogspot.com]
9. Maria Luisa Sepúlveda: "el cargo no tiene nombre. Hoy no tenemos tiempo para verlo"" en El Mercurio, cuerpo D13, del 30 de Abril del 2006.
10. El Mercurio, Cuerpo C9 del 17 de Mayo del 2006.
11. Pamela Pereira, Pauta: Exposición caso patio 29 - instituto medico legal, ante comisión investigadora de la Cámara de Diputados, 8 de Mayo del 2006.
12. "se compromete a entregar a los familiares y al país o a las autoridades o a quien sea, toda la información, ir transparentando" Maria Luisa Sepúlveda en El Mercurio, "Crisis del patio 29" cuerpo D13, del 30 de Abril del.2006
13. "lo único que piden los AF.DD es la entrega de información, claridad". Maria Luisa Sepúlveda en El Mercurio, "Crisis del patio 29" cuerpo D13, del 30 de Abril del.2006
14. "Con la finalidad de esclarecer la verdad" Pamela Pereira, Pauta: Exposición caso patio 29 - instituto medico legal, ante comisión investigadora de la Cámara de Diputados, 8 de Mayo del 2006
15. "Revivir el dolor de nuevo es algo inimaginable." Tucapel Jiménez en El Mercurio, "Investigación parlamentaria" del día 4 de Mayo del 2006
16. "Poner fin a una pesadilla inagotable que una y otra vez nos ha golpeado, al igual que a tantas otras familias en igual condición". Pereira Pamela, Pauta: Exposición caso patio 29 - instituto medico legal, ante comisión investigadora de la Cámara de Diputados. 8 de Mayo del 2006
17. "Cristian Orrego: no sabemos donde están los errores -respondió al ser consultado por las razones que llevaron al conflicto que actualmente vive el país". En El Mercurio, Patio 29: familias de desaparecidos de paine demandarán al estado, Cuerpo C 11, 15 de Mayo del 2006
18. Gonzalo Vial en Entrevista del diario El Mercurio, Cuerpo D10, del 30 de Abril del 2006
19. En El Mercurio, "El primer incendio de la era Bachelet", Cuerpo D11 del día 20 de Abril del 2006.
20. "Toda vez que en mi calidad de hija yo no soy una persona adecuada para hacer la pericia de identificación respecto de mi padre" Pereira Pamela, Pauta: Exposición caso patio 29 - instituto medico legal, ante comisión investigadora de la Cámara de Diputados, 8 de Mayo del 2006.
21. Pereira Pamela, Pauta: Exposición caso patio 29 - instituto medico legal, ante comisión investigadora de la Cámara de Diputados, 8 de Mayo del 2006
2. "volver a desaparecer a los desaparecidos, volver a desenterrar a los muertos poniendo en duda sus nombres, sus rostros, su derecho a descansar en paz junto al cuidado de los suyos". Manuel Guerrero en "Desaparecer lo desaparecido" en su blog:[http://manuelguerrero.blogspot.com]
3. Carlos Peña en su columna de Opinión de El Mercurio, Cuerpo D14, del 30 de Abril del 2006.
4. Gonzalo Vial, entrevistado en El Mercurio, cuerpo D10 del 30 de Abril del 2006.
5. El Mercurio, "El primer incendio de la era Bachelet", Cuerpo D11 del 20 de Abril del 2006.
6. "¿Cómo ingresar a la historia colectiva un puñado de huesos sin nombre?: no como simples despojos, si, inscribirlos como personas, con nombres y apellidos, con biografía. Para ser recordado sin la capacidad destructora de los recuerdo". Carlos Peña en su columna de Opinión de El Mercurio, Cuerpo D14, del 30 de Abril del 2006.
7. "Ni el 12% de las personas desaparecidas han sido identificadas judicialmente y entregados. Solo 172 de un total de 1464… en otros casos puede tratarse de la victima identificada o de otra… total, 96 osamentas que volvieron al NN" EL Mercurio, "Solo 172 restos han sido reconocidos judicialmente", Cuerpo C8 del 23 de Mayo del 2006
8. Manuel Guerrero en su blog: [http://manuelguerrero.blogspot.com]
9. Maria Luisa Sepúlveda: "el cargo no tiene nombre. Hoy no tenemos tiempo para verlo"" en El Mercurio, cuerpo D13, del 30 de Abril del 2006.
10. El Mercurio, Cuerpo C9 del 17 de Mayo del 2006.
11. Pamela Pereira, Pauta: Exposición caso patio 29 - instituto medico legal, ante comisión investigadora de la Cámara de Diputados, 8 de Mayo del 2006.
12. "se compromete a entregar a los familiares y al país o a las autoridades o a quien sea, toda la información, ir transparentando" Maria Luisa Sepúlveda en El Mercurio, "Crisis del patio 29" cuerpo D13, del 30 de Abril del.2006
13. "lo único que piden los AF.DD es la entrega de información, claridad". Maria Luisa Sepúlveda en El Mercurio, "Crisis del patio 29" cuerpo D13, del 30 de Abril del.2006
14. "Con la finalidad de esclarecer la verdad" Pamela Pereira, Pauta: Exposición caso patio 29 - instituto medico legal, ante comisión investigadora de la Cámara de Diputados, 8 de Mayo del 2006
15. "Revivir el dolor de nuevo es algo inimaginable." Tucapel Jiménez en El Mercurio, "Investigación parlamentaria" del día 4 de Mayo del 2006
16. "Poner fin a una pesadilla inagotable que una y otra vez nos ha golpeado, al igual que a tantas otras familias en igual condición". Pereira Pamela, Pauta: Exposición caso patio 29 - instituto medico legal, ante comisión investigadora de la Cámara de Diputados. 8 de Mayo del 2006
17. "Cristian Orrego: no sabemos donde están los errores -respondió al ser consultado por las razones que llevaron al conflicto que actualmente vive el país". En El Mercurio, Patio 29: familias de desaparecidos de paine demandarán al estado, Cuerpo C 11, 15 de Mayo del 2006
18. Gonzalo Vial en Entrevista del diario El Mercurio, Cuerpo D10, del 30 de Abril del 2006
19. En El Mercurio, "El primer incendio de la era Bachelet", Cuerpo D11 del día 20 de Abril del 2006.
20. "Toda vez que en mi calidad de hija yo no soy una persona adecuada para hacer la pericia de identificación respecto de mi padre" Pereira Pamela, Pauta: Exposición caso patio 29 - instituto medico legal, ante comisión investigadora de la Cámara de Diputados, 8 de Mayo del 2006.
21. Pereira Pamela, Pauta: Exposición caso patio 29 - instituto medico legal, ante comisión investigadora de la Cámara de Diputados, 8 de Mayo del 2006
Agosto del 2006, en critica.cl
2 comentarios:
Un abrazo contingente para tí también Andrea. Qué bueno leerte,
Manuel.
Andréa, Me parecen muy interesantes tus comentarios en este artículo.
Aquellas aberrantes negligencias no son más que la endemica modorra institucional que generan las instituciones auxiliares de la justicia... ejemplo de ello es la ya retrasada puesta en marcha del banco de adn criminal, que, si tuviesemos una base de datos de ADN, "condoros" reiterativos como estos se evitarían... y el 12% de personas sin identificar sería menor, pero para que llegue el momento de la supresión a la administración de crisis por contigencias por parte de los organos gubernamentales faltan muchas décadas...
Cuenta con mi aporte para cuando necesites info respecto a la identificación Humana.
atte.
Jorge Jaña M.
Lic. en Criminalística
jjanamacuer@gmail.com
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